(1683-1764), el destacado y ya nombrado compositor y teórico francés, natural de Dijon, donde se desempeñó como organista de la Catedral de Notre-Dame en 1709 como sustituto de su padre; cargo que ocupó hasta 1714. Luego, se trasladó a Lyon y en 1715, fue designado organista de la Catedral de Clermont-Ferrand; allí escribió su Traité de l’harmonie y otros trabajos. En 1722 se estableció en París y luego comenzó a escribir obras para el teatro. Acusado inicialmente en los ambientes aristocráticos de italianista, por su música con disonancias e inútiles artificios, realmente no se opone al pasado lullista. De hecho luego de la muerte de Lully, fue reconocido como el músico de la aristocracia conservadora, portaestandarte del gusto clásico, defensor de la Ópera Francesa frente a la creciente invasión del bárbaro y popular Melodrama Italiano; convirtiéndose así, en la figura central que representó a la música francesa en la Guerra des Buffons.
No obstante, Rameau afrontó el problema de la música desde otro punto de vista: bajo la perspectiva físico matemática y con actitud y metodología científica. Esta manera de abordar la Música traía ya célebres antecedentes desde los inicios de la cultura filosófica de la Grecia clásica: Pitágoras, había sostenido que la Música era una símbolo o expresión de una armonía que se explicaba por medio de proporciones numéricas, por lo cual la misma Música podía reducirse a números. Pero además, había permanecido viva a lo largo de la historia musical, en los tratados teórico-musicales medievales, en los planteamientos del compositor y teórico renacentista GIOSEFFE ZARLINO (1517-1590), y luego, con los trabajos del teórico y compositor MARIN MÉRSENNE (1588-1648), de los filósofos RENÉ DESCARTES (1596-1650), G. W. LEIBNIZ (1646-1716), LEONHARD PAUL EULER (1707-1783) y del compositor JEAN-PHILIPPE RAMEAU, quien no vacilaba en afirmar que:
…La Música es una ciencia que debe tener reglas establecidas, estas reglas deben derivar de un principio evidente, y este principio no puede revelarse sin la ayuda de las Matemáticas…
Para Rameau, este principio está contenido en cualquier cuerpo sonoro que, al vibrar, produzca el acorde perfecto mayor que se da naturalmente en el cuarto, quinto y sexto armónicos, y del cual derivarían todos los demás acordes posibles. Como la tríada mayor no es reductible a la tríada menor…Rameau, plantea entonces como solución, su tesis de los Armónicos Inferiores: El modo menor sería una variedad extraña, imperfecta, organizada y determinada, a su vez, por el modo mayor.
Rameau, habla también y se suma al concepto de considerar a la Música: como imitación de la naturaleza pero entiende por naturaleza pura un sistema de leyes matemáticas, y no los bucólicos e idílicos cuadros pastorales a los cuales se referían generalmente, los filósofos de su época.
Rameau:…ha buscado el fundamento eterno, natural de la música, y lo ha individualizado en el principio unitario que se halla en la base de la Armonía. Para él, la música revela la razón suprema, que es una, igual en todos los tiempos y para todos los pueblos, por lo tanto, universal.